lunes, 29 de diciembre de 2008

Efecto Madonna




Desde pequeña escuché la música que le gustaba a mis padres y mi tía, la que es como mi hermana mayor. Algunos con mayor fuerza que otros quedaron sonando con fuerza en mi mente. Entre los artistas obviamente estaba Madonna. Lo que más recuerdo durante esos años son temas como “Vogue”, “La isla bonita”, “Like a player”, entre varios más. Crecí con eso y como la reina del pop se mantuvo y se reinventaba durante mi infancia, claramente no pude quitar mi vista y oídos, claro, de ella.
A mis 21 años se cumplió uno de los sueños más grandes… Madonna en Chile. Al principió, cuando la soca sólo parecía ser un rumor no lo creí mucho. Para muchos era una cosa casi insólita que la gran diva pisara suelo chileno y nos deleitara con uno de sus increíbles shows. Pero el rumor pasó a ser verdad y se desató un caos por adquirir las entradas, debido al monopolio –porque no hay otras palabras para denominar esto- que ejerció ENTEL y Banco de chile con la pre-venta. Debo confesar que esta primera forma de veta, excluyente por lo demás, casi me deja afuera del evento. Pero la historia fue otra.
Diez de septiembre, a las 6:00 a.m. Cecilia –mi mejor amiga- y yo cerrábamos las puertas del auto para ser parte de la gran historia. Nos encontrábamos en el estadio de las monjas para adquirir la tan preciada entrada. Entre la espera conocimos a varias personas, de ellas a la Caro, con quien nos juntamos posteriormente para ir al concierto. La espera me parecía eterna, los tickets decían “Madonna Sticky and sweet tour, 11 dic, Estadio Nacional”.
El día llegó y la Cecy me pasó a buscar como a las diez de la mañana. Supuestamente me iba a matricular, pero el fanatismo y ansiedad pudo más y al ver un poco de aglomeración nos fuimos rumbo al estadio. Al llegar el ambiente se hizo muy grato. Un matrimonio delante de nosotras, unas señoras cincuentonas atrás y atrás de ellas una joven que venía sola. Las bromas, risas y shows debido a extraños sujetos que se creían Madonna hacían menos tortuosa la espera. Además de la labor de carabineros que amablemente nos brindo un gran espectáculo con el famoso “guanaco” y refresco aquella cálida mañana y tarde. Yo creo que estos caballeros nunca se sintieron tan felices, ya que todo el mundo pedía que vinieran a refrescarnos a gritos.
Pasado de las cuatro de la tarde la mayoría estaba algo agotado, pero comienza la prueba de sonido y suena “Candy Shop” y ¡Sí, escuchamos a Madonna desde afuera! No se imaginan el nivel de euforia que se generó y creció cuando de pronto se escucha “Vogue”. Así estuvo uno 45 minutos, hasta que todo quedó en silencio. Todo el mundo llamaba por celular, no sabían la supresa que venía después. A las cinco se abren las puertas del estadio, al ingresar notamos que estaban los bailarines y una loca rubia saltando al medio. Al principio creímos que era como la coreógrafa, pero no ¡Era Madonna! Entonces tomó el micrófono y se puso a cantar. Nadie creía lo que estaba viendo, fácilmente nos pudo hacer entrar después. Luego toma la guitarra y todos seguíamos mirando absortos, eso no fue todo. Pasado el rato de guitarrear, salta hacía la cancha vip y se pone a cantar con sus fans. La impresión fue tal que nadie pudo cantar de manera decente junto a ella. Creo que yo tampoco habría podido.
Se sube nuevamente nos saluda afectuosamente, hasta que muy deslenguada excitada Madonna, después de una par de buenos garabatos nos dice a todos: “Nos vemos a la noche y espero que todos los culiados canten”. Sí, así tal cual. Quienes pudieron entender rieron junto a mí.
A eso de las 7 p.m. llega la Caro y posteriormente mi tía. Las piernas de la Cecy y yo no daban más y ya a eso de las 8:30 p.m. parecía que el estadio se venía abajo de lo lleno que estaba. Es más, hay gente que no pudo ingresar del todo a cancha y tuve que ver el show desde la entrada, jamás había visto así de lleno el nacional y era la segunda noche. Si hubiera hecho un tercer show, creo que nuevamente lo repleta.
9:45 unas gigantes pantallas se encienden y seguimos un pelotita, pasado unos dos minutos se escucha su voz tic-tac…tic tac. El estadio se envolvió en gritos. Comienza a deletrearse la palabra Candy en las pantallas, la que estaba en el centro gira y aparece ella en su trono y ahora si que un Estadio Nacional repleto al máximo parecía estallar, venirse abajo entre los eufóricos gritos de los espectadores y la voz de la gran reina del pop.
No podía creer lo que veía. La calidad de su show es a tal nivel que parece un sueño. Por otro lado eligió muy bien sus canciones, ella sabe que todos queremos escuchar sus éxitos antiguos y a pesar de que estaban “remixados” es completamente un placer escucharla. En algunos temas ocupa pistas, claro, con todo lo que se mueve no me parece pecado. Pero hay que destacar que cuando se paró sola con la guitarra y también cuando cantaba acapella, sonaba increíblemente igual. Sin duda una delicia.
Un medio sentenció que su show había sido frío y calculador, lo cual me pareció un comentario más que capcioso. Seamos honestos, cuándo un artista o banda se ha subido al escenario sin tener claro que tocará. Un espectáculo como el de Madonna simplemente debe serlo –calculado-, de lo contrario estaríamos viéndola sentada cantando. Sus shows son impecables y como todo está calculado hace que en verdad sean casi, para no decir que lo son, perfectos. Ni ella, ni sus bailarines y músicos dan un paso en falso. Debo decir que cada peso que se paga por una entrada para su concierto realmente lo valen.
Después de haber visto a Madonna en vivo y esto es un fenómeno que he comprobado con otros asistentes, toda la cama de artistas que viene al festival de Viña llama para nada la atención y las expectativas ante los próximos conciertos que uno pueda asistir, parecen ir debajo de Madonna.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

¡De Terror!

Lo que contaré hoy no es muy bonito que digamos, pero debido al impacto que generó en mí debo contarlo. Como muchos de ustedes estoy finalizando el semestre, por lo mismo hay harto qué hacer y eso se traduce en cansancio y algo de angustia, por lo menos en mí. Ando sensible, llorona, pero es por las circunstancias, lo que me rodea, las cosas que pasan, gente indeseable, la FAMILIA. Hoy fue de esos días en los que tenía prueba iba todo bien el estudio, pero siempre hay un factor que usualmente y discúlpenme la expresión, te caga toda la onda. No fue tan así, pero al parecer hay gente que casi aborrezco. Lo malo de aquello es que condiciona un poco mi actitud con los otros y parece que ando con un tremendo escudo por delante. Es que ya no quiero más, durante esa noche lagrimeaba a mi madrina diciéndole que por favor me sacara de acá, que quiero estar lejos muy lejos de todo, de todos y de toda la mierda y de toda la gente que lo es. Esto huele a un serio cuadro de stress ¿O no?
Pero vamos al grano –qué palabra no, mis chicas saben por qué me hace reír-. Yo estudiando, conversaciones que no quería y pucheros. Entonces dentro de todo eso escuché las sirenas de los bomberos. En primara instancia no me alarmé. Llegó la hora de salir y por azar, creo yo, sentí olor a como goma quemada y creía que era un incendio cerca, aunque no veía humo por ninguna parte. Salí de mi casa y llegó a la esquina de mi pasaje, el escenario: hay tres negocios -uno es el de mi tía-, el carro de bomberos y los carabineros. Acto seguido desvié mi camino y pensé que algo había sucedido en el negocio de mi tía. Afortunadamente no fue eso, pero el panorama no era nada alentador.
Entonces divisé a mi madre con mi hermanita Victoria, tenían cara de asustadas. Me acerqué, a todo esto el dato clave es que al lado del negocio de mi tía hay una carnicería, y me comentó lo siguiente: “la señora de la carnicería estaba trabajando con la máquina para hacer carne molida y le agarró la mano”. Pueden imaginar la cara de espanto que puse en ese momento, más aún dándome cuenta de que lo poco que vi era parte de la escena.
A mí lado estaba una vecina que vive casi al frente de este negocio y me comenta que se sintió un grito atroz, no era para menos, y que había salido inmediatamente. Ella entró fue de las personas que junto con mi tía y llamaron a todas partes para hacer algo por esta señora, disculpen pero no sé su nombre. Sin haber preguntado nada más, ella siguió conversándome y describiéndome toda la escena, al cual no contaré porque me parece demasiado morboso, más aún que el hecho de haber escrito esto.
El relato siguió y con ello juro que me tiritaron las piernas y creí que me iba a desmayar ¡Fue horrible! Me da escalofríos de sólo recordar lo poco que vi y el relato e mi vecina. Dentro de todo, le dije a esta señora que por qué no llevaban a la afectada al hospital del profesor, ubicado casi al lado de donde estábamos, en el auto de carabineros, ya que la ambulancia brillaba por su ausencia. Los bomberos hacían todo por tratar de reventar la máquina, pero según lo me comentó mi mamá posteriormente, fue imposible y se tuvieron que llevar a la señora con máquina y todo, entre otras cosas más.
Ahora un comentario bien aparte. Los carabineros estaban afuera y no quisieron entrar, no se la pudieron y entonces pensé en que si un día me están asaltando a mano armada y pasan por mí lado, según esto, aunque me esté desangrando van a pasar por mi lado y arrancarán. Me pareció frustrante, en fin. Sólo espero, hay no sé que espero en verdad al historia es horrible, así que de verdad no sé que es lo más adecuado para finalizar, PUNTO.



pd:imágenes, ni pensarloooo!

domingo, 9 de noviembre de 2008

Lo daría todo por ti




Esta última semana fue un poco dura. Desde lo académico, hasta en asuntos de familia. Pero como sea hay que seguir y bueno en eso estoy, no me queda otra. Además no soy de quedarme muy pegada, menos aún en las fechas en las que tengo que dar el todo en la universidad.
El asunto es el siguiente. Yo estaba en mi pieza leyendo y mis hermanas jugando en la calle, cuando de pronto escuchó un escandaloso y aterrador chillido. Pensé en inmediatamente en Victoria, la menor de mis hermanas. Un segundo grito y me asomé a la calle. Una araña subía por su delgadita y larga pierna. Me acerqué y veo que un asqueroso arácnido bien café que seguía subiendo la pierna de mi pequeñita. Sin pensar ¡Yo! Que le tengo terror, terror a las arañas, tomé su pierna y de un golpe esa cosa salió volando. No sé si muerta y viva, la verdad es no me importaba, lo único que me importaba era sacarle de encima esa cosa mi vickyta.
Ella se calmó, me sonrió y me dio un abrazo. La dejé jugando con Sofía y volví a mis lecturas en mi dormitorio. Entonces comencé a pensar en que le tengo terror a las arañas, en que jamás habría hecho algo así, pero por ella y en verdad por mis hermanas lo daría todo. Puede que parezca una estupidez, sin embargo, pero aquellos que le tienen fobia a los arácnidos probablemente me entienden.
Me acordé de esto porque el otro día escuchaba a una señora decir que cuando una madre de alguna manera “salvaba” a su hijo, o lo ayuda en situaciones graves, no es que las madres estén preparadas o todo lo sepan, sino que el amor y el instinto por salvar a su pequeño lo puede todo, y la verdad creo que es así. Estas peques no son mis hijas, pero nuestra gran diferencia de edad hace que sea más una madre que una hermana. Además al otro día con esta misma peque pasamos un gran susto, que digamos aún no se acaba, pero está bajo control.
Al día siguiente, después de la anécdota de la araña, ella terminó hospitalizada. El punto es que la angustia y las ganas de llorar no me las quitaba nadie. Las ganas de ser yo quien estaba ahí y no ella, mi princesita.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Me sentí completamente derrotada





Muchos de los que me conocen me han dicho más de alguna vez que soy ñoña, porque se supone soy como buena para el estudio o media matea, cosa que en verdad yo no creo ser. La verdad es que más que ñoña, pienso que soy responsable y nada más. Es que además de ñoña lo único que tengo es que… estudio, porque por otra parte soy muy buena para… digamos que me encanta compartir con mis amigos.
Cuenca he sido una estrella en matemáticas. Cuando era peque la verdad me iba bien, pero esa cosa tan lógica en algún momento me aburrió y desde ese día nos divorciamos. A mi entrada a la universidad y en una carrera como la mía, Periodismo, la verdad es que no pensaba en las matemáticas, pero ahí aparecieron en gloria y majestad. Durante primer año, y aunque yo misma no lo creía pasé aquel ramo de economía sin mayor sobre salto. Es más, recuerdo que para el examen, las notas que había obtenido me alcanzaban para decir: pongo mi nombre y me voy. Con uno pasaba igual. Además debo confesar que nuestro profesor era un amor, increíble. De verdad pienso que era imposible no entenderle y… lo otro es que era bastante guapo, pero mejor lo dejo hasta ahí, el hombre es cura.
Entonces llegamos a segundo año, segundo semestre y aparece este ramo con el siguiente nombre: “Taller de Análisis de Datos”. De algún modo se puede decir que es como economía dos. El asunto es que este ramo lo hace un caballero que ¡Dios nos libre! La verdad es que este ramo me cargó y la única motivación para pasarlo es que: no quiero volver a ver a este caballero ¡Nunca más en la vida! ¿Penoso no?, pero así es.
Primera prueba… me fue decente, e incluso me debería haber ido mejor, de no ser porque a la muy especial de mi persona se le había olvidado sacar un par de cálculos más, lo peor es que me acordé de todo lo que me faltaba a lo que salí de la prueba.
Segunda prueba, y me quedé estudiando hasta las dos de la madrugada, viendo todos los ejercicios y tips que hicimos en clases y las ayudantías. Además estaba escribiendo un trabajo para el mismo ramo, cosa que también me iba a ayudar con el estudio. Debo decir que esto fue ayer. Llego a la U y más encima me di el lujo de enseñarle un poco a un compañero.
Entramos a la sala, el profesor entregó las pruebas y juro que al verla lo único que quería era ponerme a llorar. El muy maldito hizo todos esos ejercicios que casi nunca vimos o que dijo el ejemplo, pero que jamás ejercitamos, así que el resultado de mi prueba estaba a la vista. Nunca, pero nunca en mis 21 años me había sentido tan derrotada, con tal nivel de angustiada y frustración. Jamás me había pasado eso de encontrarme tan nula en una prueba, ni en el colegio. Que sensación más horrorosa. Sin embargo, debo decir que entre las estupidez del caballero y su mariconada con nosotros, porque la verdad es que creo que su único afán en esta prueba era jodernos a todos, al parecer no se dio cuenta y puso uno de los ejercicios propuestos, es decir, un ejercicio de los que manda extra para que ejercitemos. El asunto es que, el que puso en la prueba lo habíamos desarrollado en la ayudantía, así que como él nos permitía usar torpedos en mi desesperación arranqué la hoja de mi cuaderno y lo copié enterito. Finalmente y aún angustiada me decidí y hice otro de los ejercicios. Sé que tengo malos los resultados, pero los procedimientos están bien. Lo hice porque dentro de mi derrota, tenía que mostrar algo de dignidad. Mostrar que si bien, no tengo buenos los resultados, si sé como se hacen los cálculos y así poder obtener algo de puntaje, aunque el rojo no me lo saque nadie.

miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Por qué no fui contigo?




Hoy fue de esos días caos. Llena de cosas. Algunas parte de la pega, pero entretenidas, otras con carácter de sorpresa, otras con recuerdos. De todas ellas no todo resulto bien y la verdad es que fue un poco grave, ya que hacer lo mismo otra vez es un poco, porque en ningún caso del todo, una pérdida de tiempo. Tiempo que a esta altura del semestre no tengo. Estoy en esos días en que aquella unidad inventada por el hombre, que da un cierto orden, creo yo, es demasiado valioso. Probablemente siempre lo sea, pero en este preciso momento, lo es un poco más.
En fin, la verdad no es de mi caos mental del que quiero hablar, sino de un amigo al que vi hoy y que hizo que me sintiera algo… algo así como… enojada conmigo misma. Comenzamos a entablar la conversación, yo andaba algo irritada y quisquillosa, alegaba por todo. Encima del sofá tenía puesto mis vestidos de gala, que por lo demás son liadísimos, ya que mi vecina que se va a graduar de cuarto medio quería verlos. Entonces miré a mi gran amigo ¡Sí! A ese que conocí en el metro camino al colegio, gracias a una compañera, cundo yo iba en octavo básico y él en segundo medio, es decir siete años atrás.
Él es un hombre completamente maravilloso, demasiado inteligente, muy entregado a sus estudios, tiene una sensibilidad increíble, es tan hombre, tan caballero, pero al mirarlo a los ojos, la puerta del alma, en su interior también se encuentra un niño. Es mi amigo de hace siete años y mi compañero de caminatas, tardes de cine y conversaciones varias. No nos vemos tanto, o no tanto como quisiéramos. A veces hemos pasado meses sin hablar, pero jamás se ha roto nuestra infinita amistad.
Hoy estábamos juntos conversando, él estaba algo asombrado de cómo me pongo cuando estoy agotada, nunca me había visto así, cuando de pronto sus ojos y los míos caen en mis vestidos y me surge la pregunta ¿Por qué no fui contigo a mi gala? Es más hasta le dije que creía habérselo preguntado en esos años, pero él me aseguró que no y entonces yo me seguía cuestionando el por qué y además le repetía que siempre debí haber ido con él. Entonces me mira con ojos de niño travieso y me dice: “Viste, hoy estaríamos en el proceso de… ¿Te “acorday” cuando estábamos en la fiesta? Y todo ese tipo de cosas, las cuales me hicieron sentir algo estúpida. Debo decir que no estoy arrepentida de haber ido con el otro niño, aclaro que no era mi novio, porque en esos tiempos yo… sólo disfrutaba de la vida y así como hoy, lo que menos me importaba en ese minuto era estar con alguien. Pero las circunstancias de la vida hicieron que aquel chico, amigo mío el de la fiesta, desapareciera por completo.
La verdad es que en esos momentos, hace tres años, tenía mi cabeza en tantas cosas que no me di cuenta de aquello y hoy creo que lo más maravilloso habría sido que él me hubiera acompañado en aquella noche.
Pero… ¿Saben una cosa? Mientras iba escribiendo esto, se me ocurrió algo. Tal vez para remediar aquello, pero también la veo como una nueva oportunidad. A penas reciba una invitación a un matrimonio, él será mi elegido. Apenas sepa agarraré mi celular para comunicarle no que lo invito, sino que vamos a ir a un “casorio”.
Así como hemos compartido tantas cosas lindas y bueno hoy no tanto, porque yo andaba de malas pulgas, quiero compartir con él la instancia de un evento de esa magnitud. De beber un par de copas, a pesar de que él no toma alcohol y no fuma y este y el otro… yo todo lo contrario, pero lo haremos igual. De estar vestida como una damita a su lado, con unos altos tacones, después intentado bailar y quedar con los pies descalzos antes de herirlo y finalmente de darle un gran abrazo para darle gracias a la vida por aquella oportunidad.
Danilo, te adoro toda la vida.

sábado, 18 de octubre de 2008

La Moni Cumplió un Año!!!




Hace un año, una amiga de la U. Mi doña Poly, me contaba que habían nacido los gatitos y yo decía que ricura y pensaba en que quería uno. Desde el nacimiento de mis hermanas, hace nos nueve años no teníamos mascota. La razón, simple, los bebés. Para mí fue demasiado triste, ya que crecí con mascotas. Estaba acostumbrada a compartir y regalonear con perros, gatos, hámster, pajaritos, conejos. Así que imaginen mi calvario.
Pero bueno, pasaron 8 años y por esos días a la Poly se le ocurre preguntarme si es que quería un gatito. Yo… por dentro a gritos decía que sí, pero pensando en mi familia respondí que no. Sin embargo, dejé abierta la posibilidad de que…tal vez sí. Entonces se lo pregunté a mi familia y obvio las peques saltaron de alegría y pedían entre abrazos y gritos que la trajera. Mi padre y mi madre se miraron y bueno, accedieron. Ya las niñas estaban como decían ellos “más grandecitas como para que tuviéramos una mascota”.
Le dije a mi amiga y en un segundo el acuerdo estaba listo. Entonces yo comencé a prepararme, le compramos camita, esa típica cajita con arena para sus necesidades, unos juguetes y como a su llegada sólo iba a tener un mes, consultamos con veterinarios la fórmula para hacer leche como para los gatitos recién nacidos.

Llegó el día
Hace un año también, estaba pololeando. Cómo cambian las cosas no. Además pertenecía al TRICEL –Tribunal Calificador de elecciones- y estaba sentada frente a la urna con Mis amigos de carrera, la Cami y el Seba. En eso llega la Poly con una cosita que parecía casi un ratón y que maullaba insistentemente, como si se fuera a acabar el mundo. Y ahí estaba la moni. Tan pequeñita que cabía sin mayor problemas sólo en la palma de mi mano. Demasiado exquisita. Durante todo lo que duró ese día de elecciones mis amigos y compañeros no dejaron tranquila a mi pobre pequeñita, algunos la acariciaban y otros obvio tanteaban.
Al fin de la jornada, me pasó a buscar mi ex, el supuesto padre. Hoy mi niña es “washa”, pero les aseguro que la más mimada de todas. La llevamos en metro y sus maullidos… uufff, llamaron la atención de todos los que iban cerca. Al llegar a casa no teníamos muy claro cómo le íbamos a dar su leche, ya que si la bebía de un platillo se ahogaba. Finalmente entre tantas cosas optamos por un gotario y ¡Santo Remedio! Durante unas tres semanas alimentamos a la mona como si fuera un bebé y yo en definitiva parecía toda una madre.
Menos mal que estaba finalizando el año académico, porque durante esas semanas, como cual me acostaba con esta cosita y en mi velador tenía preparada una porción de leche con su gotario y claro durante al noche la muy linda me despertaba unas dos veces y pobre de que no al fuera a alimentar.
En fin, todo esto sucedió hace casi un año cuando la monita llegó a mi casa. La verdad es que trajo mucha alegría y a veces me resulta gracioso cuando ya casi todos nos vamos a acotar y mi padre pregunta que “dónde está la mona”. O cuando llama a casa cuando viaja por el trabajo y pregunta incluso por ella. En definitiva la mona es el bebé de la casa.

PD: Ando más que apresurada así que si tengo algún error pido las disculpas correspondientes.
Además disculpen lo mamona, pero es que amo a la monii!
y bueno su cumpleñao fue el 15, pero también por problemas de tiempo, no lo pude subir antes.

sábado, 11 de octubre de 2008

¡Viva Chile Mierda!




Me siento indignada, pero indignada ¡Total!
Hoy como pocas veces me decidí a salir con mi familia, madre, hermanas y abueli. Papá se fue de viaje –que novedad-.
Pero bueno, no es de la salida de lo que quiero hablar, sino que de una situación que ocurrió al volver a casa.
El trayecto era desde estación Mirador –línea 5-, hasta Las rejas –línea 1- y como de costumbre, sobre todo después de la masacre de Transantiago… el metro iba algo lleno, aunque no mucho en relación a las terribles horas punta.
Línea uno, estación República más o menos y sube una joven embaraza. Acto seguido ella se ubicó en los asientos que van como laterales donde se encontraban sentados dos hombres. Ninguno de los dos, compadres a todo esto, cede su asiento. La chica se veía joven, probablemente tenía mi edad, unos lindos 21 años y en su rostro se podía apreciar un poco de cansancio.
Uno de los pelotudos –disculpen la expresión, pero es lo más sutil que puedo decir- iba con un diario en mano, al parecer el LUN, lo leía a ratos, pero luego al subir esta chica y con una actitud muy pendeja y burlesca se pone a mirar el diario y a hacer como que lo leía y se lo mostraba a su amigo. Mientras la joven seguía de pie con el futuro de Chile en su vientre. Ellos soltaron como unas risitas estúpidas y se notó que miraron el vientre de la joven.
¿Qué pasó? La verdad no pude ante tal rotería y falta de civilidad entre pares. Creo que mis palabras jamás van ha poder retratar los gestos, las miradas y tontas risas de estos caballeros. El asunto es que le pregunté a la joven si es que quería sentarse, a lo que ella me respondió que “me da vergüenza”. Y sus ojos algo tímidos decían algo así como… Nada que hacer. Yo no pude contenerme y con mi dedo índice, sí ese, el apuntador, el acusador, toqué el brazo del estimado, que además era el sujeto que llevaba el diario en su mano y le dije, obviamente con el respeto que se merecen todas las personas: ¿Disculpe… le podría dar el asiento a la joven?
Vino la sorpresa, el muy caballero corrió su brazo bruscamente, levantó su mirada, la clavó en mis ojos lleno de ira, como diciendo qué te pasa pendeja de mierda y yo creo que por decirlo casi dulcemente, porque la forma con la que me miró me dejó casi knock out. Entonces guardó su diario indignado. Todo lo hizo como dando a entender que lo que yo había hecho estaba mal y era casi una falta de respeto para él, el muy educado. La joven claro se sentó me dio las gracias y todos sus gestos hicieron notar que fue un alivio para ella y el retoño poder sentarse.
En cuanto al señor solidario, se notaba que venía del trabajo, no lo niego y cualquiera pudo haber dicho… Tal vez estaba cansado. Pero la verdad es que se notaba que estaba de lo más relajado, que no había sido un día más que para ir a marcar la tarjeta y punto. No como muchas veces que he visto a señores obreros que vienen completamente exhaustos y se les cae la cabeza de sueño, así como también el tipo del maletín que anda con unas ojeras que le llegan casi hasta el suelo, en ese caso probablemente nada que hacer. Pero este idiota que tomó el diario se lo mostró a su compadre, con el pretexto de revelar algo justo, pero justo en el minuto en que tenían ahí en sus narices a una joven con un maravilloso vientre de unos seis meses.

ACERQUE SU TARJETA (me acordé de esto)




Esa situación me recordó lo realmente estúpidos que a veces nos comportamos como sociedad.
Hace un tiempo iba en la micro camino a “mi departamento”. Estábamos en la esquina de AV. Larrain con Tobalaba cuando el semáforo dio rojo y el conductor se baja apresuradamente para comprar agua. Probablemente no debió hacerlo durante el recorrido, pero ante algo tan esencial como poder tomar agua qué le íbamos a decir.
Él se bajó y llegaron unas cuantas personas. Vieron que no estaba el chofer, entonces entre risas y creyendo ser –en buen chileno- muy “bakanes” o “choros” suben sin marcar la tan famosa tarjeta bip. Todo aquel que subía hacía vista gorda y sencillamente no pagaba, mientras yo miraba atónita, por no decir que tenía ojos de huevo frito.
Pero tenía que ocurrir el milagro:
Llega otro buen número de pasajeros, uno de ellos –que por lo demás se notaba que era un sujeto muy humilde- con su bip en mano, miró hacia todas partes y a pesar de notar la ausencia del conductor, sin más pasó su vip por el validador. En ese momento juro que me dio ganas de pararme y aplaudir a este señor por su actitud. No lo podía creer.
Muchos pueden pensar algo así como, pero cómo tan exagerada, si demás que es eres capaz de hacerlo. Puedo decir que no. Pero saben por qué. La cosa es sencilla, si veo, creo y siento que el sistema está funcionando mal, con una actitud como esa lo único que voy a lograr es a contribuir a que esto siga mal y tal vez peor. Por otro lado mi alegato quedaría inválido, al menos yo creo eso.
O sea si usted es de los que se cree “chorito” porque no paga su pasaje, déjeme decirle que creo que está completamente equivocado. Puede que se demore una eternidad, pero al fin y al cabo siempre llega a destino, más encima gratis. Esto es casi como votar, si usted no está conforme con el sistema, qué hace alegando si no ejerce su derecho de sufragar, de elegir a alguien para que lo represente y aunque no exista ningún candidato que le guste, da lo mismo… alega con todo su derecho.
No digo que sólo por no votar el resto no tenga el tan famoso “derecho a pataleo”, pero al menos el que sufraga y alega lo hace con toda legitimidad.