sábado, 11 de octubre de 2008

¡Viva Chile Mierda!




Me siento indignada, pero indignada ¡Total!
Hoy como pocas veces me decidí a salir con mi familia, madre, hermanas y abueli. Papá se fue de viaje –que novedad-.
Pero bueno, no es de la salida de lo que quiero hablar, sino que de una situación que ocurrió al volver a casa.
El trayecto era desde estación Mirador –línea 5-, hasta Las rejas –línea 1- y como de costumbre, sobre todo después de la masacre de Transantiago… el metro iba algo lleno, aunque no mucho en relación a las terribles horas punta.
Línea uno, estación República más o menos y sube una joven embaraza. Acto seguido ella se ubicó en los asientos que van como laterales donde se encontraban sentados dos hombres. Ninguno de los dos, compadres a todo esto, cede su asiento. La chica se veía joven, probablemente tenía mi edad, unos lindos 21 años y en su rostro se podía apreciar un poco de cansancio.
Uno de los pelotudos –disculpen la expresión, pero es lo más sutil que puedo decir- iba con un diario en mano, al parecer el LUN, lo leía a ratos, pero luego al subir esta chica y con una actitud muy pendeja y burlesca se pone a mirar el diario y a hacer como que lo leía y se lo mostraba a su amigo. Mientras la joven seguía de pie con el futuro de Chile en su vientre. Ellos soltaron como unas risitas estúpidas y se notó que miraron el vientre de la joven.
¿Qué pasó? La verdad no pude ante tal rotería y falta de civilidad entre pares. Creo que mis palabras jamás van ha poder retratar los gestos, las miradas y tontas risas de estos caballeros. El asunto es que le pregunté a la joven si es que quería sentarse, a lo que ella me respondió que “me da vergüenza”. Y sus ojos algo tímidos decían algo así como… Nada que hacer. Yo no pude contenerme y con mi dedo índice, sí ese, el apuntador, el acusador, toqué el brazo del estimado, que además era el sujeto que llevaba el diario en su mano y le dije, obviamente con el respeto que se merecen todas las personas: ¿Disculpe… le podría dar el asiento a la joven?
Vino la sorpresa, el muy caballero corrió su brazo bruscamente, levantó su mirada, la clavó en mis ojos lleno de ira, como diciendo qué te pasa pendeja de mierda y yo creo que por decirlo casi dulcemente, porque la forma con la que me miró me dejó casi knock out. Entonces guardó su diario indignado. Todo lo hizo como dando a entender que lo que yo había hecho estaba mal y era casi una falta de respeto para él, el muy educado. La joven claro se sentó me dio las gracias y todos sus gestos hicieron notar que fue un alivio para ella y el retoño poder sentarse.
En cuanto al señor solidario, se notaba que venía del trabajo, no lo niego y cualquiera pudo haber dicho… Tal vez estaba cansado. Pero la verdad es que se notaba que estaba de lo más relajado, que no había sido un día más que para ir a marcar la tarjeta y punto. No como muchas veces que he visto a señores obreros que vienen completamente exhaustos y se les cae la cabeza de sueño, así como también el tipo del maletín que anda con unas ojeras que le llegan casi hasta el suelo, en ese caso probablemente nada que hacer. Pero este idiota que tomó el diario se lo mostró a su compadre, con el pretexto de revelar algo justo, pero justo en el minuto en que tenían ahí en sus narices a una joven con un maravilloso vientre de unos seis meses.

2 comentarios:

Red_RESPEL dijo...

Me gusta su forma de pensar. Interesante por decir lo menos.

Ma_Belén dijo...

Uhh, algo tan característico en estos días.
Vayas donde sea no faltan los viejos así... Aunque también uno los puede dejar plop, tú lo hiciste.
Besos, nos vemos.