miércoles, 21 de abril de 2010

Rutina


Es algo que ocurre de lunes a miércoles en mi casa. Y es que para desgracia mía esos días entro a clases a las 8:30 de la mañana. Digo desgracia porque entre tanta cosa que hay que hacer para la U, se hace humanamente imposible acostarse antes de media noche, por ende las horas de la cuales dispongo para dormir son muy pocas. En especial esta semana me siento ultra agotada mentalmente, físicamente la nada.
Se levanta mi madre y arregla las cosas para las niñas, se levanta mi padre y por lo general de malas pulgas. Suena mi celular y mi padre corre a despertar a las peques, Sofía y Victoria –mis hermosas hermanas pequeñas- para que se laven. Luego me levanto yo. La ducha, vestirse, peinarse, el desayuno. Nos encontramos las cuatro en la cocina. Las peques y yo tomamos desayuno.
Mi padre se va, las niñas andan corriendo detrás de la mona. Me lavo los dientes, me peino, voy por mis cosas al dormitorio, le digo a las peques que ya nos vamos. Estamos las cuatro en el living y mi madre sonríe. A través de sus ojos logro ver su alma y está llena de dicha, de amor. Sigue sonriendo, nos mira a las tres. Nos da un beso, como un ritual de bendición, a cada una de nostras, sus hijas. Vamos saliendo, cierro la reja con llave y mi madre nos mira por la venta… en sus ojos de madre, con esos del amor más gigante que existe en el mundo, se nota que está llena de regocijo de ver a sus tres hijas juntas, como si fuera un para siempre…